Comentario
En los vasos de piedra de las dos primeras fases del Dinástico Arcaico, y que alcanzaron una gran difusión por Sumer y tierras periféricas, puede advertirse la categoría plástica que prontamente alcanzó el relieve. En los mismos, tallados por lo común en esteatita verde o pardusca, una compleja trama de figuras suele ocupar toda la superficie, recordando en buena parte la glíptica de la época. Los ejemplares más antiguos, obviamente, no han llegado completos, como puede advertirse en el fragmento del Vaso de Adab, en el que se representa una escena religiosa con diferentes músicos, tocados con plumas; en el de Nippur, decorado con panteras; y en el de Tell Agrab, con un cebú, animal extraño a Sumer. La pieza más significativa puede que sea el Vaso de Khafadye (11,4 cm de altura; Museo Británico), con un magnífico relieve en el que aparecen dos mujeres, probablemente la misma diosa: una, de cuyas manos salen chorros de agua, está sentada sobre dos cebúes; y otra, de pie entre dos panteras, enarbola dos serpientes, junto a un toro devorado por un león y un águila. Algunos autores lo creen importado de Irán.
En otros vasos del Dinástico Arcaico aparecen figuras de divinidades. Bástenos citar, a título de ejemplo, el fragmento de uno de ellos (25 cm; Museo de Berlín), en basalto, de la época de Enmetena de Lagash (2404-2375), con la representación de la diosa de la fecundidad, Ninkhursag, en calidad de titular de la vegetación, entre ramas cargadas de frutos que crecen a sus espaldas y con un ramo de dátiles en su mano derecha.
Algunas cabezas de mazas votivas presentan también decoración relivaria, con profundas incisiones y marcados planos, a fin de figurar mejor los motivos ornamentales, dentro de una clara abstracción formal. Las más conocidas son la de un personaje anónimo -hoy conservada en Copenhague- con el Imdugud -águila con cabeza de león- sobre gacelas, repetido cuatro veces, y una fantástica hidra de siete cabezas; la de Mesalim de Kish (h. 2550), hallada en Girsu (19 cm; Museo del Louvre), y que fue dedicada al dios Ningirsu, también con el Imdugud con las alas explayadas y una serie de leones semirrampantes que se atacan entre sí; y la de Enannatum I de Lagash (2424-2405), nuevamente con el Imdugud, aunque ahora adorado por varios personajes (12,7 cm; Museo Británico).
También se trabajó el relieve sobre lastras de piedras de diferentes clases, siendo el ejemplar más importante el hallado en Girsu, fechado entre el 2700 y 2600 (hoy en el Museo del Louvre) y conocido como Figure aux plumes (18 cm). Tal lastra, labrada en relieve muy plano, presenta la más antigua imagen del dios Ningirsu, cubierto con faldellín y tocado con dos plumas, sostenidas por una especie de diadema, y enarbolando uno de los tres estandartes o mazas que se hallan ante él.
Durante el Dinástico Arcaico II aparecieron nuevas formas artísticas que se manifestaron en objetos cultuales de imprecisa funcionalidad (luego veremos uno) y sobre todo en las placas perforadas, esto es, en lastras de piedra de superficie cuadrangular, con orificio central para poder ser fijadas en las paredes de los templos.
Sin duda alguna, el mayor interés lo acaparan las placas perforadas o tablas votivas que celebraban la inauguración de construcciones religiosas y otros eventos de notable significación. Los bajorrelieves que las decoran, dispuestos en dos o tres fajas o registros, formando composiciones unitarias, reproducen sobre todo un acontecimiento: el banquete ritual, del que es sujeto un importante personaje, rodeado de familiares y servidores, en conexión casi siempre con edificaciones de templos. De estas placas del symposium, como también se las conoce, tenemos algunos destacados ejemplares hallados en Khafadye, Eshnunna, Tell Agrab, Ur y Nippur.
A finales del Dinástico Arcaico II y durante los inicios del período siguiente, las placas modificaron sensiblemente su aspecto exterior, pues se abandona la división de los dos o tres registros, según puede verse en algunos fragmentos de placas de Khafadye y de Mari, aquí con un ejemplar extraordinario revestido con lámina de plata. De sus nueve metopas tan sólo han llegado pequeños restos en los que el Imdugud y el héroe entre fieras eran el motivo temático.
La máxima belleza formal de las placas se alcanzó a finales del Dinástico Arcaico III con los ejemplares pertenecientes a la I Dinastía de Lagash. De su fundador, Ur-nanshe (2494-2465) nos han llegado cuatro placas que lo presentan como constructor de templos. De ellas destaca la tan divulgada del Museo del Louvre (47 por 58 cm), de caliza, cuya superficie aparece dividida en dos registros: en el superior se ve al rey de pie portando el cesto de ladrillos en su cabeza, y en la inferior, sedente, libando con un vaso en la mano. En ambas representaciones, y a menor tamaño, aparece su copero. Asimismo, ante el rey se hallan sus hijos, entre ellos Akurgal, el heredero del trono. De la placa de Enannatum I (2424-2405) únicamente nos ha llegado un pequeño fragmento, el que recoge el retrato de tal "lugal" representado de perfil y con las manos juntas, con barba y cabellos rapados, torso desnudo y vestido con el típico "kaunakes". Igualmente, de Dudu, un importante sacerdote lagashita, se posee otra pequeña placa votiva (25 cm; Museo del Louvre), en la que aparece junto al emblema del dios Ningirsu y el Imdugud sobre dos leones.
Otras dos placas, procedentes de Girsu y de Ur, de menor interés que las anteriores, recogen también variada temática divina: culto a Ninkhursag y a Nannar, respectivamente.
Donde el relieve de este último período Dinástico Arcaico llegó a un nivel de gran valor estético fue la famosísima Estela de los buitres, que nos ha llegado muy mutilada, ya que restan sólo siete fragmentos. Fue concebida para ilustrar los textos de las campañas de Eannatum de Lagash (2454-2425) contra Ush, el rey de Umma. Esta estela (1,80 m de altura; Museo del Louvre), de forma rectangular y redondeada por la parte superior, presenta decoración en todas sus caras. La anterior, dividida en dos campos, recoge, entre otras escenas, al dios Ningirsu que sostiene en su mano el Imdugud y la red repleta de enemigos capturados. La posterior está dividida en cuatro registros, en los que se representa detalladamente la lucha entre los ummaítas y los lagashitas, con la victoria de estos últimos.
Una estela votiva (22,2 cm), localizada en Larsa o en Umma (hoy en el Metropolitan Museum de Nueva York), fechada por los especialistas en el 2800, presenta cinco personajes en todo su perímetro. Popularmente es conocida como Kudurru de Larsa.
Un extraño objeto de culto, tallado en alabastro, muy poco difundido en las publicaciones de Historia del Arte, es el relieve (40 por 30 por 13 cm; Museo de Aleppo) que se halló en la norteña Tell Chuera, en una Construcción Mitanni. Dicho objeto, aunque muy lejano de la concepción formal de las placas votivas del Dinástico Arcaico que hemos visto hasta aquí, debe ser mencionado por la rareza de su temática y por constituir, que sepamos, un "unicum". Su temática se centra en figurar a siete jóvenes diosas, sedentes, vestidas y tocadas con altos gorros, portando en sus brazos niños desnudos o diversos animales (toro, león, asno, cabritillos). Se piensa que la pieza hubo de estar en conexión con el culto a las Pléyades (Sibitti), si bien, hasta ahora, este grupo estelar se conocía sólo por la representación de siete esferas o estrellas.